Luis, soy Gonza.

Te conocí cuando me encontraba hace un año en el mismo lugar en el que me encuentro. Gracias a los podcast que ponéis de las llamadas en Ivoox, que me ha echo mucha compañía, te encontré a ti.

Y ahora he decidido contarte mi historia que para mí me supone un estado grande de infelicidad.

Mi hija fue una niña prematura, bueno mejor dicho, gran prematura. 25 semanas y media de gestación con 820grs de peso y viniendo al mundo sin respirar, reanimándola,  estabilizándola y viviendo las primeras horas con ventilación asistida. Los médicos viendo la situación ya nos dijeron que era cuestión de horas que dejara de respirar, pero a las 24 horas de observación se le sumaron otras 24 y llegaron a pasar semanas. Estuvo 7 meses en el hospital con diferentes.

Cuando nos fuimos para casa no vino la tranquilidad con nosotros ya que en el tema alimenticio empezó a dar muestras de desinterés por la comida, de las tomas pasamos a darle cucharadas y aun así era muy estresante el día a día. Salimos con oxígeno las 24 horas del día y en la actualidad solo lo usa para dormir, el mínimo al bajarle la saturación como a los adultos.

Pasaron los meses y la sonda gasogástrica (sonda que se introduce desde la nariz hasta el estómago) no se podía mantener en el tiempo por posibles infecciones. Para introducirle la comida pasamos a la opción más viable, cómoda para nosotros, al completarle las tomas por ahí y cómoda para ella, para que no fuera un trastorno el comer. Si no quería comer más, se le introducía por ahí la comida, por la gastrostomía. Era una operación sencilla que tenía más pros que contras pero nos encontramos con muchos contras, junto con la mala suerte.

En la actualidad se le ha hecho una intervención para mejorar su calidad de vida y la nuestra y nos encontramos en una estación que lleva mucho tiempo sin pasar el tren de la felicidad para subirnos y disfrutar como se merece de un hijo.

Por si no fuera poco, a mí me han diagnosticado esclerosis múltiple, posiblemente por haber mantenido en el tiempo tanto estrés y tensión de hospital durante meses. Me pregunto, ¿es la voluntad de Dios que tenga que vivir esto? ¿para qué? ¿para hacerme mejor persona? ¿para valorar más las cosas? ¿porque me he comportado mal a lo largo de mi vida, cosa que no ha sido sucedido?

Claro que hay casos peores  y claro que hay casos que me dirían: -tú por lo menos tienes a tú hija que está ahí, que la puedes abrazar. Pero eso me consuela unos instantes, tengo todo el derecho del mundo de decir lo que siento con toda la honestidad y humildad que dispongo. Estoy cansado, debería de estar más tranquilo para que mi enfermedad no se me manifieste más agresiva pero la situación no lo permite.

Agradezco el tiempo que le has dedicado a leer estas líneas sinceras y con toda la humildad de la que dispongo.

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